Querida amiga:
Te escribo mientras camino. Sigo sin rumbo pero ahora camino con más ganas. También por las paredes anduve caminando. Y volar claro, nunca dejo de volar.
Hace rato que quería escribirte pero no se daba. Hubo un momento que creí que podíamos no entendernos, y tal vez lo hicimos, pero qué suerte que ambas conocemos bien esos momentos esquivos de toda comprensión, y sabemos que aunque duelan mucho, duran poco.
Vos y yo siempre hablamos del desamor, y me doy cuenta qué poco del amor.
Supe que estabas bien cuando vi la ultima foto que mandaste, la de la cosecha.
Tu felicidad nunca deja lugar a la sutileza.
La mia en cambio peca de dudosa.
A veces creo que todo lo que necesito en este mundo cabe en el tacto de la yema de mis dedos. Se me pasan los días mirando mis manos alimentarse de texturas.
Zoe me diría que soy muy jipi. Yo digo que a veces ser jipi es bastante pragmático porque la libertad de caminar por fuera de algunas convenciones es liberadora.
Aunque en esa libertad quepan también todos los prejuicios y todos los abandonos.
Me reencontré con este libro, que en su momento supe querer, y supo quererme. Y me quemaba la mano esa urgencia por bocetarlo, una vez mas.
Y tal vez agradecerle, por qué no, fue exactamente lo que necesitaba en ese momento.
Me pregunto si fue escrito, también, caminando.